¿Qué tienen en común las salas de espera de la oficina de empleo y la peli “Bitelchus”?

Por fortuna (y digo bien), me despidieron hace poco. Me despidieron de ese trabajo donde, tras AGUANTAR más de 10 años, finalmente, tras un cambio en la plataforma directiva, las personas entrantes, sin ni siquiera saber mi nombre, decidieron eliminarme a golpe de despido. De un plumazo. Sin resistencia por mi parte. Sin explicarme si había hecho algo mal, si mi rendimiento había disminuido o si mis capacidades, de repente, eran insuficientes. Supongo que ya estaba “muy vista”.



Y yo sólo les puedo decir: “GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS...”





GRACIAS por liberarme del castigo de tener que ir a ese lugar cada día, deseando que una catástrofe natural, sin bajas humanas, me impidiera llegar.



GRACIAS por evitarme el seguir tratando con mentes defectuosas, egoístas, vacías, interesadas, pobres, malignas...



GRACIAS por permitirme salir de la jaula donde un mal día tuve miedo de salir y tácitamente, decidí esconderme “de la que está cayendo”.



GRACIAS por haberme aliviado ese dolor mudo que produce sonreir, cuando lo que realmente quieres es llorar o “mandar a tomar por...” a los estúpidos que se te plantan delante, con exigencias absurdas y sin fundamento.



GRACIAS por abrirme la puerta a la recuperación de mi inteligencia intelectual dormida, por no ser necesaria utilizarla con encefalogramas planos.



GRACIAS porque ya no tengo que ver cómo una misma ley es reinterpretada 1.001 veces.



GRACIAS porque ya no tengo que escuchar barbaridades, impertinencias, gilipolleces... aguzando el oído porque no saben ni vocalizar correctamente.



GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.



Ante mí se dibujan 2 caminos:



Uno, el de: Oh Dios Mío!!! sin trabajo y ahora, qué?



Otro, el de: las nuevas oportunidades.



Pero aquí no queda de otra, más que comenzar cualquiera de los caminos visitando la desagradable y tenebrosa Oficina de Empleo. No sé cómo se llama en otros países, si la hay, esa oficina a la que acudes cuando te quedas sin trabajo y allí, te tramitan el subsidio por desempleo (si tienes derecho a él), te orientan en la búsqueda de trabajo, te indican cursos de tu interés, etc... Este tema está muy explotado ya y no pretendo desalientar a nadie porque, desalienta mucho, muchísimo, mogollón. Yo a lo que voy, es al ambiente que suele haber en estas oficinas. ¿Por dónde empezar?



De hace un tiempo a esta parte, tienen un guardia o vigilante en la entrada. Como única
arma lleva una porra, además del sobrepeso, muy extendido en estos puestos, que serviría para aplastar a alguien, pero no para correr detrás de él si roba una grapadora o arma escándalo. Este señor, por lo que pude observar, no tiene absolutamente NADA que hacer y con el fin de darle algo de vidilla y que no se les duerma, lo han puesto a preguntar a la gente a su entrada el objetivo de su visita, pudiendo facilitarles que seleccionen el nº de la mesa correcta en la que serán atendidos; hace y reparte fotocopias y poco más, que a la vista esté. Ah! Sí! Manda a callar cuando las conversaciones de los que están en la sala de espera aumentan de volumen. Pero con autoridad!!

Luego están l@s emplead@s que atienden en las mesas. Que también practican esa tendencia que llevo años observando en organismos públicos, ayuntamientos, etc... y es la de reutilizar ropa y calzado con la que hace como 15 años salían de fiesta. Te pones morada de ver lentejuelas, taconazos desconchados, estampados obsoletos, vestidos cortos y ajustados, lycras que jamás debieron salir al mercado y más carne de la que una quisiera ver... Yo cuando iba a trabajar, me vestía para estar cómoda y correcta, aquí se visten pensado en alguna afterwork party de los 70, de lo contrario, no me lo explico! Mención aparte se merecería la ausencia de depilación facial de algunas, las caras de hastío, lo inhóspito de su actitud... Échate un antiojeritas del Mercadona por lo menos!!!



Siguiendo con estos empleados. Yo les recomendaría algún cursito de psicología aplicada a gente con la moral un poco decaída, como de primeros auxilios. Detecto una necesidad sin satisfacer. La necesidad de ser instruidos para tratar con personas, que no están en el mejor momento de sus vidas. Si vas a tratar con gente que ha perdido su trabajo, o no lo encuentra por ninguna parte, no deberían estar de mal humor, con cara de cansados, con prisas, en plan “a mí qué me cuentas”. Un poquito más de humanidad!! Que los “sin empleo” no pertenecemos a ninguna casta inferior y mañana puedes estar tú aquí!!



En toda oficina de empleo hay un jefe de oficina. Ése es el “Bitelchus”. Y con “Bitelchus” me tocó tratar. Mirada amenazadora, escudriñando mi cara, intentado ver en lo que NO decía... Si realmente estaba interesada en encontrar trabajo, que si me iba del país tenía que comunicarlo, porque es ilegal salir de viaje percibiendo prestaciones... le faltaba una luz apuntado a mi cara. ¿Adónde he ido a parar? Yo no quise comer de esta tarta. Tarta que el sistema ha puesto a mi disposición y que según parece, he generado derecho a tomar mi porción hasta agotarse.



Y por último, está la masa de gente que allí nos congregamos:

Están las niñas y niños guap@s que vienen a las 12.00 de la mañana, recién levantad@s, en plan, “mi madre me ha echado de la cama y me ha ordenado venir”

Están esas personas mayores, cuyas vidas tomaron un rumbo inesperado y pasaron de tener lo básico para vivir normalmente, a no tener NADA. Ni tinte para el pelo, ni pinzas para el bigote, ni lavadora para lavar la ropa, ni dinero para desodorante... 

Se ve mucha gente que se acaba de levantar después de una resaca o de un mono de infierno, disimulando sus brazos con mangas largas a 30º a la sombra, o el olor a alcohol bañado en colonia de mercadillo. 

Gente con niños pequeños descuidados, pidiendo ir al baño a hacer caca.



Da mucha pena, cómo el no tener trabajo, en muchas ocasiones, deriva en una fuerte falta de autoestima, que se traduce en dejadez personal. Yo me horrorizo! NO QUIERO acabar así

También acude mucha gente que no sabe leer. Ni se imaginan que la máquina de la entrada es para que pulsen un botón, que expulsará un nº y que deberán estar atentos a la pantalla, que los avisará de a qué mesa dirigirse, no para dejar mensajes a los dirigentes del país.



Con este panorama me he encontrado las 2 veces que he tenido que ir. La primera vez me dije: “espero no tener que volver nunca más”. La segunda: “menos mal que me queda algo de subsidio, para organizarme y que se me ocurra algo para salir de ésta”. En “ésta” estamos much@s. Yo por mi parte, dándole a la cabeza, luchando contra las fieras de mis miedos.



Sé que me repito: Oportunidad, trabajo, blogs, miedo, incertidumbre, búsqueda, esperanza... pero mira, si no te interesa vete a otro blog.




Con todo esto, no estoy triste. Sigo dando las GRACIAS. Y aunque no sé qué objetivo perseguir, difícil lo tengo, creo más que nunca, en la alta probabilidad de que el objetivo venga a mí, ahora que llevo menos carga a mis espaldas. Ahora que no malgasto energía. Ahora que me he quitado un gran muerto apestoso y en descomposición de encima. Creo en las puertas por abrirse, creo en las alas para volar y creo en el mundo de oportunidades por descubrir, que nacen de los peores momentos. Mientras, me voy a marcar un “Banana Boat” (pincha y baila tú también si te apetece).



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Siempre con LOVE,



Brujuleia.-

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