Cuando me quise tirar de un tren en marcha

Sí, yo me quise tirar de un tren en marcha. Pero comencemos por el principio...


Discoteca de moda en medio de Europa Central. “Matador” se llamaba. Había que tomar 1 metro y 1 tren para llegar a un polígono industrial, que años antes había sido abordado por artistas de toda clase. Era una mezcla entre Mad Max y una zona de expresión de arte bohemia y pija a vez, pero sin tanta tierra y con menos luz. Las antiguas fábricas habían sido reconvertidas en templos de música, diferenciados por estilos.


Llegamos mis amigas y yo con nuestras mejores galas, con ganas de pasarlo bien, sintiéndonos guapas y deseadas, éramos más jóvenes y con más ganas de vivir y descubrir que nunca antes. El mundo era nuestro. Estudiando lejos, sin padres, pero observadas desde nuestro interior por la férrea disciplina y moral inquebrantables, impartidas desde nuestro nacimiento. Esa fue nuestra salvación en esa aventura irrepetible. Jajajajaaja


Había una cola de varios metros para entrar, OHHHHHH!!!, la noche no empezaba bien. De repente, un dedo nos señala. El dueño de ese dedo era el portero de la entrada del Matador. Me mira y apunta a nuestro grupo, hace apartarse a toda la marabunta que estaba antes y nos invita a pasar al interior. Guauuuu! Es que somos high class seleccionada... (seguramente no, pero hay que creérselo, vengas de donde vengas, todo es cuestión de actitud, baby).


La música nos envuelve, no bebemos alcohol, eso haría que se acelerase el proceso de envejecimiento (ahora lo sabemos, ese proceso no hay quien lo detenga, avanza implacable el muy cab***), paradójicamente no queríamos renunciar a largas noches de fiesta... En poco tiempo nos hicimos con el centro de todas la miradas, bailamos como alma que lleva el diablo, nos divertimos, nos reímos...


Nuestra luz atraía a muchos oportunistas. Choque de culturas. Entre nuestra inmadurez, la diversidad de razas, el escenario elegido para abordarnos y las formas de un país más liberal que el nuestro de procedencia, sus manifestaciones “de acoso y derribo” no hacían más que atemorizarnos...¡PERO! en medio de la confusión, como iluminado por una columna de luz celestial, quieto, mirándome con sus profundos y cristalinos ojos azules, estaba ÉL. Sí, lo sé, otro ÉL más, de la larga lista de posibles ÉL, de la que no me siento demasiado orgullosa... Qué cansina es la búsqueda activa, por Dios!! 


Maxi era su nombre. Apolíneo, músculos construidos con mucho esfuerzo deportivo diario, era escalador. Sonrisa amplia, luminosa, labios gruesos, cara amable, piel blanca acostumbrada al sol, pelo estudiadamente desordenado, estilo informal, deportivas gastadas, abrazo cálido, carácter templado, olor embriador.


Sólo puedo decir que ME ENAMORÉ. Vale, sí, lo sé, se llama enamoramiento, fundamentado en nada, yo y mi gran poder idealizador que tantos problemillas me ha dado!! Y sí!!!, si entonces hubiera habido una medicina para combatirlo, juro que hubiera encontrado el medio para hacerme con un par de dosis de ese antídoto ¡Qué corto es el amor y qué largo el olvido..!


Estuvimos hablando toda la noche. Parecía como si una cúpula de cristal nos hubiera apartado del resto. El idioma no fue un problema. Llegó el final y con él las miradas acusadoras de sus amigos, en plan... ¿nos vamos ya, o qué?!!


Me mira, me sonríe, ¡SÍ! Me pide el teléfono, me apresuro a sacar mi móvil de tarjeta extranjera. Era nuevo, no tenía claro su uso ¡aún! Se lo dí para que guardara él mismo su número en la agenda. Nos despedimos con un casto, pero ardiente prometedor beso. Ya está, el mal se había extendido a todas las partes de mi cuerpo. A TODAS.


Mis comprensivas amigas me alentaron para que me diera prisa o perderíamos el tren de vuelta a la residencia de estudiantes. Suspiraba de amor por ese desconocido, que tendría que volver a ver porque se había llevado mi corazón... (qué empalagosa era entonces, la verdad...)


Subimos al tren, me siento, me dirijo a la agenda del móvil para contemplar su número y, ¿por qué no?, enviarle un mensaje... SE CIERRAN LAS PUERTAS DEL TREN.



NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!. Su teléfono NO está! Qué ha pasado! No pulsó el botón “guardar”??? Socorro!!! Mi mente se enajena por segundos, me levanto. El tren comienza a moverse, pero a mí parece no importarme, estoy decidida a abrir las puertas con mi fuerza de pacotilla y saltar a los raíles, o a donde haga falta, para tratar de alcanzar el aparcamiento, donde posiblemente aún esté ÉL. Lo sé, era de pena, pero ni con toda la fuerza de mi amor recién estrenado, pude abrir esas puertas.

Mis amigas se quedaron atónitas mirándome, sólo una se levanta y trata de hacerme entrar en razón. La misma, que una hora después, aún de madrugada, trae a mi habitación 2 bloques de guías de teléfono. De donde venimos, las guías teléfonicas pueden servir de posavasos, las de este frío país podrían servir para construir un piso más en un edificio, en cualquier gran ciudad. Sabía el nombre del lugar donde vivía, su apellido... lo tenía todo!, pero no contaba con los millones de personas que vivían en esa misma área, con el mismo maldito apellido!!! 


No merece la pena alargarse mucho más. Finalmente, por otros cauces, conseguí su teléfono, pero aquello había terminado antes de empezar y Maxi, aduciendo mil suposiciones insalvables, me dijo que, probablemente, yo volvería a mi país, porque estaba en el suyo de paso sólo para estudiar y que era una chica muy... bla bla bla... no lo entendí, ¿no había sentido lo mismo que yo? (pues claro que no, ilusa!!!!) Hay que decir que el chico estuvo elegante, con el tiempo comprendí, que esa masa de sentimientos incontenibles, generados por mi gran capacidad creativa, sólo la sentí yo. Al igual que una gran tempestad irrumpe de repente en el más soleado de los días, desapareciendo sin apenas dejar huella, esa atracción instantánea que veló mi entendimiento, se fue, dejando paso a.... pues a todo lo que vino después... que por ahora no está nada mal!!

Aún hoy, pienso en cuál podría ser la pócima perfecta, que consigue que el amor no se evapore, perdure y crezca... ¿Tienes tú las medidas exactas y los ingredientes para la elaboración de esa poción?

Yo tengo un ingrediente que no debe haber y se llama: PRECIPITACIÓN, pero al vacío, como hacen los escaladores, de vez en cuando...  ;-))) 

Cómo me he reído escribiendo esto, por favor!! hay que reirse de uno mismo, fortalece el espíritu. Jajajajajajaja

Hasta la próxima!!!!!

Brujuleia.- 


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